Por
el brillo de la belleza
Hoy
en día, estas mujeres con o sin ninguna carrera profesional tienen el ideal de
ser independientes, de mostrarles a la sociedad que su sensibilidad es sinónimo
de fuerza y su “debilidad” se traduce a valentía por guerrear la vida.
De igual forma, son conscientes de la capacidad que poseen para obtener lo que
quieren sin necesidad de depender de un hombre, y en consecuencia su fortaleza
y esfuerzo las llevan a no caer en la
humillación de un pensamiento machista.
Es muy habitual encontrarse mujeres con malos,
buenos o excelentes trabajos, sin embargo todas ellas laboran por una mejor
vida, no solo para sí mismas sino para su familia. Yo tengo un ejemplo muy
cercano; ella se llama Sonia y en sus 41 años de edad, 12 de ellos los ha
dedicado a mejorar el aspecto personal de otras personas y 22 a ser ama de casa.
En otras palabras, la profesión de ella está relacionada con la belleza, con el
estilo y con la apariencia de la gente, en especial de las mujeres. Sonia es
estilista o como muchos llaman “peluquera”, ella no tuvo la fortuna de terminar
el último año de su bachillerato ni mucho menos de ingresar a una universidad o
una institución que le permitiera ser una profesional.
Se casó
en 1990 y sus primeros años de matrimonio no fueron tan fáciles, pues su manera
de ser emancipada no le permitió acostumbrase a depender de su esposo; del
mismo modo, no se acomodaba a la idea de “estarse sentada en casa” esperando a que le llegaran las cosas.
Así que inclinada por aprender a cortar cabello, hacer peinados, a maquillar e
iluminar los rostros, a cambiar el color de las cabelleras y mejorar la
apariencia de los pies y las manos; inicia sus cursos en el año 2000 en la Caja
de Compensación Familiar Comfenalco,
su primer reto era realizar los tres niveles de belleza general, y en el 2001
ya lo había logrado. A medida que aprendía, también iba practicando sus
habilidades con las personas más
allegadas hasta ir adquiriendo clientela.
A
comienzos del 2002, la gente ya solicitaba de sus servicios, entonces la llamaban y buscaban generalmente para cortes de cabello;
Doña Sonia, como le dicen, se entusiasmó y se preocupó por seguir aprendiendo.
Después de los tres niveles de belleza, decidió especializarse en cada parte
del cuerpo referidos en esta profesión.
Yo soy testigo del esfuerzo de ella por
conseguir sus implementos de trabajo que son productos y aparatos de
prestigiosa calidad. Cabe decir, que al
principio su esposo no estuvo de acuerdo pues el pensamiento machista de que
“solo el hombre trabaja” le dificultaba aceptar que su esposa laborara y temía al descuido de sus dos hijas, pero con
el tiempo Joaquín, el esposo, se dio cuenta que los nuevos ingresos ayudaban
notablemente para el bienestar de todos.
Cabe
destacar, que el maquillaje artístico es
otro los trabajos que ama realizar, aunque este no es tan frecuente, solamente
en el mes de octubre. También siempre la
ha motivado trabajar para las fechas más importantes de sus
clientas: quince años, matrimonios,
primeras comuniones, grados…
Ahora,
como todo negocio, esta estilista espera con ansiedad y disposición ciertas
temporadas como las navideñas, el mes de las madres y entre otras fechas en el
cual, como dice ella “el movimiento de trabajo es bueno”. Sin duda, hay días
donde los compromisos son pocos o más bien nada, sin embargo aprovecha esto
para atender su casa y a su familia puesto que el salón hace parte de la
vivienda, y así está pendiente de ambas cosas sin descuidar alguna.
Sonia
siempre ha sido responsable y organizada
con lo que hace, por eso la mayoría de su clientela sabe que para adquirir de
sus servicios deben primero apartar turno o fijar una hora donde ambas estén
disponibles, porque no siempre mi madre tiene el tiempo adecuado. Sí, es mi
madre y antes de cualquier compromiso con su trabajo, ella cumple con sus
ocupaciones de la casa sobre todo con su rol de madre. Es así que en ocasiones
ha dejado de atender su negocio por realizar las tareas del hogar (preparar los
alimentos, limpiar la vivienda, lavar, planchar…).
Son
12 años trabajando en esto, esmerándose por mostrarles a sus clientas que la
belleza no es solo de algunas sino de todas; sea cual sea la edad no hay mujer
fea sino bellezas opacadas y mi madre solo es un instrumento para darles brillo.
Esta
es la mujer que me dio la vida, una “verraca” que le gusta lo que hace, su interés por mejorar la
apariencia de los demás es lo que la
lleva a seguir estudiando y a estar actualizada con los nuevos estilos y
novedades de su profesión. Ella siempre da gracias a Dios por poder hacer dos
cosas que ama a la vez, ser estilista y ama de casa, dos oficios que
indiscutiblemente son importantes y necesarios para el bienestar de toda su
familia.
Por:
Yesenia Jaimes Guerrero