lunes, 25 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
2da crónica
Confesiones de una mucama
La primera vez que escuché la
palabra mucama fue en una canción de Fanny Lu, decía algo así como: a esta
mujer que se pasa tendiendo la cama, una mucama me llaman… la verdad no sabía
que era esto de mucama, pero tenía la idea de que era algo así como una persona
dedicada al servicio, y no estaba tan mal. Un día llegó una vieja amiga de mi
madre a hacernos la visita y entre
historias que van y vienen, Elena nos contó que ahora trabajaba y que era
mucama de un motel ubicado a las afueras de la ciudad. La propietaria del motel
era una cuñada de ella y no sólo la había empleado a ella sino también a dos
sobrinos, ya mayores de edad, aclaró; nos contaba aquella tarde del mes de
diciembre que jamás había imaginado que un oficio como estos fuera tan difícil
y no tanto por la esfuerzo físico sino por las situaciones que día a día se
viven en un sitio como estos.
Nos contaba: yo me levanto a las 5 de la mañana, cuando el turno lo tengo de día, para llegar a las 7:30 am al trabajo, a veces llego con alguno de mis sobrinos otras veces sola. Yo llegué con la idea de que este lugar era para parejas, pero se me había olvidado que estamos en pleno siglo XXI y que pareja no es sólo mujer y hombre, sino como diría la reina hombre con hombre, mujer con mujer, del mismo modo…Bueno, mi oficio es arreglar las habitaciones, poner todo en orden, a veces me toca adecuarlas dependiendo de lo que pida el cliente: flores, pétalos, trago, películas porno, en fin lo que se le ocurra al cliente. Después quitar las sábanas, recoger la basura, condones usados que los dejan en el piso y algunas personas dejan juguetes sexuales o cosas de esas.
Lo que antes me parecía asombroso, ahora ya es normal: Casi todos los días viene un señor de aproximadamente unos 60 años, ya un abuelo, y con él una niña distinta cada día, son niñas porque llegan con el uniforme, a mi al comienzo se me bajaba todo yo pensaba en mis hijas, dice Elena, lo raro era que no se demoraba nada en la habitación por mucho diez minutos y con las mismas salía como si nada. También es muy usual ver parejas de hombres, casi siempre uno joven con uno más veterano o tríos…
Yo después de que termino las
labores de las habitaciones, por ahí a las 11 de la mañana, me ubico en la
recepción que me va mejor porque hay
personas que llegan solas y yo les ofrezco un catálogo de mujeres y hombres de
todos los precios, a veces me preguntan qué cuál aconsejo, y la verdad es que
por cada cliente que le consigo a unas de las personas que se encuentran en
estas revistas me dan una remuneración, pues son prepagos y viven de eso.
De los tantos que casos que me comentó Elena, estaba el de una pareja en el que casi siempre el hombre golpea e insulta a su acompañante: es como si se vieran no sólo para tener sexo sino también para practicar algo de boxeo, decía Elena; yo me llenaba de nervios y pensaba que en cualquier momento alguna tragedia inesperada sucedería. Un día intente preguntar qué pasaba, pero mi jefe, mi cuñada, no me dejó; cuando esta pareja salía todo era distinto, normal felices y contentos. Otra de las cosas más duras al comienzo de este oficio fue soportar los insultos de la gente que pasan en cualquier tipo de vehículo ya que el motel queda por una de las carreteras más importantes para salir de la ciudad, pues cuando salgo de mi trabajo a veces con alguno de mi sobrinos otras veces con los dos, la gente me grita: perra, loba, zorra, salta cunas, prostituta y cualquier insulto…Pero sólo Dios sabe lo que hago y ya cosas como estás no me afectan en nada.
La verdad para un trabajo como el de Elena se necesita tener coraje, personalmente yo no aguantaría tanto sobre todo con la labor principal, tender camas donde queden extremadamente templadas las sábanas. Gracias a Elena y su visita pude pensar que un oficio como estos no es tan fácil y que va más allá de organizar una habitación.
1ra crónica
Un monótono fin de semana
Abro los ojos y me detengo a pensar en el sueño que había tenido unas horas atrás; sí, recuerdo que estaba en un almacén preocupada porque había desocupado la tarjeta de crédito de mi papá y que las cosas que había comprado eran innecesarias e iban en contra de mis gustos, en fin me alivia saber que solamente fue un sueño y que no va haber problema por dejar en cero la dicha tarjeta. Miro el reloj son las 9:45 am, como siempre escuchó la voz de mi madre regañando a Milú, la mascota más traviesa de la casa, pero antes de levantarme pienso en las cosas que tengo que hacer entre esas las labores de la casa, las tareas de la universidad y por qué no algo en que distraerme como todo los sábados. Las 10 de la mañana y mi “buenos días bebé” para cualquiera de mis mascotas que se pelean por saludarme y tal vez decirme lo mismo a través de sus saltos, ladridos y pellizcos, antes de saludar a mi mamá prendó el equipo de sonido y busco una emisora donde de 10 a 12 ponen los clásicos de las salsa, mientras paso la radio suena un vallenato y desde la cocina mi madre exclama “déjela ahí”, pero como siempre lo he dicho ¡qué pena, pero salsa mata vallenato!, y consigo encontrarme con esto que dice: “Gan gan y Gan gon siempre están contentos, siempre están contestos Gan gan y Gan gon”, claro, la canción de los gemelos de Richie Ray y me espero al coro para cantarlo porque es el único pedazo que me sé.
Me dirijo a la cocina a preparar
mi desayuno y me antojo de un vaso con milo y una salchicha con pan como sé que
mis perros me van pedir aumento la cantidad de pan para compartir con ellos, mientras me
alimento mi mamá me habla de sus cosas y me quita un poco de lo que estoy
comiendo, en la estación de radio, el locutor dice que son las 11:00 am y que
viene una canción de Héctor Lavoe, esto me ánima a pararme, llevar el plato y
el vaso a la cocina y lavarlos. Ya con poca pereza, me acuerdo que no me he
mirado en el espejo y que como todos los días me da curiosidad por mirar mi
rostro y mi cabello, sí, digo estando frente al espejo, sólo un poco pálida
pero normal, es decir bonita como siempre y la del espejo sólo se ríe. Ahora,
en la sala comienzo a bailar con mi
pequeña de 12 años, Chiqui la pinscher, mi hermana recién levantada sólo me
mira y se dirige al baño…pienso que ya he perdido mucho tiempo, entonces mi
mamá me recuerda que tengo que lavar el baño
y me toca porque la última vez le tocó a mi hermana. Sin problema lo
lavo y después dedico tiempo a organizar mi habitación. Paseando por la casa y
poniendo algunas cosas en su sitio me
doy cuenta que hay polvo en la mesa central y los muebles, esto me impacienta,
peleo con mi hermana y mi mamá que se excusan diciendo que han estado ocupadas
para finalmente terminar limpiando yo.
Ya es medio día, apago la radio y
prendo el televisor, mientras dan las noticias me arreglo las uñas y le cuento
a mi mamá algunos chismecitos, aunque el almuerzo ya está hecho no tengo hambre
, mientras tanto me quedo perdiendo el tiempo con el televisor, hasta que echo
un vistazo a la hora y veo que son ya
casi las 2:00 pm , entonces me baño y
almuerzo y prendo el computador para buscar sobre Musset, un poeta francés,
pero antes de esto reviso el facebook, el twitter y miro quién se encuentra
conectado por messenger; como no hay nada interesante, comienzo a las 2:33 pm
hacer los deberes académicos.
Leo información sobre el poeta
mencionado y tomo apuntes para una presentación que tengo que realizar en
francés, en la búsqueda me encuentro con
frases de Musset que me llaman la atención como “Vivir es dormir, y el amor es el sueño; si habéis amado, habéis vivido” y
como “un pueblo desgraciado hace los grandes artistas”, al terminar de hacer la
consulta, busco una de las crónicas de Soho y la leo para tener idea de cómo se realiza un
texto como estos. Ya casi a las 5:00 de
la tarde y entre mi bolso encuentro las copias sobre “oralidad y escritura,
leyendo la segunda página me llama al teléfono una de mis mejores amigas, tanto
ella como yo sabemos que nuestras conversaciones quitan tiempo, pero igual no
importa es sábado y falta el domingo, además es una llamada oportuna porque me
estaba durmiendo con la lectura.
A las 6:30 pm continúo con la lectura y termino el primer capítulo, no
quiero seguir con el segundo porque también me está esperando Vargas Llosa con
“Elogio a la lectura y la ficción” y “La civilización del espectáculo”,
entonces de nuevo al internet a leer estos textos. Después la comida, la verdad no quiero comer,
no quiero hacer nada, estoy aburrida y ver televisión me deprime porque no hay
nada bueno, de igual forma me duele perder tiempo y pienso en el comienzo de
esta crónica… Así concluyo mi sábado, tedioso sábado porque la verdad lo mejor
de los sábados es levantarse tarde y aprovechar la apatía para hacerla
productiva, ya es tarde abro mi messenger y no sé si hablarle a un amigo que ya no es tan amigo,
pero lo pienso, lo pienso y los pienso,
él se va y vuelve y yo sé que él espera leer mis palabras, leer mi saludo.
Ya es domingo, la luz cae sobre mi
cara y sólo se escucha los pasos de los
perros jugando en el patio, al parecer es temprano y todos están dormidos menos mi papá que
madrugó a trabajar. Sin tanta pereza me
levanto y saludo a mis mascotas, antes de entrar al baño enciendo la radio. No
me pienso quitar la pijama, casi nunca lo hago en día como estos, es una prenda cómoda para cualquier cosa:
hacer aseo, estudiar, ver televisión, comer; tampoco me pienso peinar y mucho
menos maquillar de todas maneras no creo salir de mi casa. Me gusta los
domingos más que los sábados, siempre está lleno de música, fútbol y películas;
así que hoy no me podía perder el último concierto que grabó Juanes con MTV, un
poco del partido amistoso de Francia con Islandia y la película aplazada porque
como siempre tenía que estudiar.
Estudio porque me toca, pero en el fondo me gusta hacerlo, así que cuando
termino dedico mi tiempo a ver videos musicales con mi papá y mi hermana: algo
de Aerosmith, Guns anda roses, Bon Jovi y con ellos los comentarios que nunca
faltan acerca de los guitarristas, la moda y sus canciones. Mi domingo termina
escribiendo esta crónica son las 6:10 pm y las horas siguientes se las dedicare
a algunas lecturas pendientes, a bañarme, me imagino que después algo de
internet hasta finalmente poner la alarma e ir a dormir. Ahora pienso en el
título y me acuerdo del profesor Wilson ¿cómo sabía que era un tedioso fin de semana?, quizás sea brujo o simplemente el
poder de las palabras porque realmente no todos los sábados y domingos son así
de apáticos.
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